¿Pasas más de tres horas al día pensando en lo que vas a comer? ¿Planificas tus comidas con bastante antelación? ¿Renuncias a tomar alimentos que te gustan y en su lugar optas siempre por productos sanos? ¿Te sientes culpable si te saltas tu dieta? ¿Evitas comer fuera para poder controlar lo que ingieres, aislándote de familiares y amigos? Si has respondido a todas estas preguntas con un rotundo “sí”, cuidado. Éstas son algunas de las cuestiones que el doctor Steven Bratman plantea para identificar la llamada ortorexia, la obsesión por comer sano. El término fue acuñado por él mismo a finales de los 90 y aunque técnicamente no está reconocido como un trastorno alimenticio, recuerda peligrosamente a uno de ellos.
Anorexia significa literalmente “falta de apetito” mientras que ortorexia quiere decir “apetito por lo correcto”. Quienes padecen el primer trastorno se obsesionan con estar delgados y por eso restringen los alimentos que ingieren. Por el contrario, la fijación de las personas con ortorexia es estar sanos y de ahí que controlen la calidad de los productos que comen, pero no tanto la cantidad, al menos en un principio. Paradójicamente, lo que ellos consideran una alimentación saludable les puede conducir a la desnutrición, como también ocurre con la anorexia. Y es que para estas personas un alimento peligroso no se limita a aquel con conservantes y colorantes artificiales, sino también aquellos que contienen grasas, azúcares, sales e incluso proteínas.
En la actualidad se han puesto de moda los productos ecológicos, biológicos y orgánicos: productos que no han sido tratados con pesticidas, que son cultivados respetando los ciclos naturales y sin manipulación genética. Esta filosofía de vida no sólo es beneficiosa para las personas que consumen estos alimentos, sino también para los agricultores y ganaderos locales y sobre todo, para el medio ambiente. Hasta aquí, todo perfecto. El problema es cuando esta voluntad por llevar una vida sana y natural entra en conflicto con una vida social normal. No es extraño que estos individuos eviten salir a cenar con familiares y amigos, ya que les resulta imposible controlar el tipo de alimentos que les van a servir en los restaurantes, así como la manera de cocinarlos.
Si la anorexia tiene cara de mujer adolescente, la ortorexia se da más entre mujeres adultas. Muchas veces las personas con anorexia, tratan de esconder su enfermedad con la excusa de comer sano. Otras veces, chicas que han sufrido anorexia nerviosa acaban cayendo en la ortorexia. Los deportistas y personas con trastorno obsesivo-compulsivo también son un grupo de riesgo, por razones obvias. En general, se trata de individuos muy exigentes consigo mismos y con los demás. Perfeccionistas, minuciosos, atentos y organizados son otros adjetivos que describen al perfil del ortoréxico. También son características una baja autoestima, como en todos los trastornos de la conducta alimentaria.
Algunas de las consecuencias de este apetito por lo sano pueden ser un déficit de vitaminas y minerales, una disminución de la masa ósea (osteoporosis), bajos niveles de glóbulos rojos en sangre o glóbulos rojos sin suficiente hemoglobina (anemia), baja presión sanguínea (hipotensión) o la acidosis metabólica (esto ocurre c
uando los riñones son incapaces de eliminar todo el ácido del organismo). Y esto es sólo a nivel físico. A nivel psicológico las consecuencias van desde la hipocondría a la ansiedad y la depresión.
Por todo ello, es importante saber identificar a tiempo el problema y acudir a un profesional, bien sea un psicólogo o un psiquiatra. Si tiene curiosidad, puede buscar el test de Bratman y responder a las preguntas con total sinceridad.
Este artículo ha sido escrito por Carlota Escandon, creadora de contenidos para una clínica de dentistas en Donostia.
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